8 de marzo, Día Internacional de la Mujer.
Nunca deseo feliz día a las mujeres. Este es un día de concientización, no es un día feliz.
Siempre pensé que el día de la mujer carga una especie de connotación machista. Los 365 días del año deberían ser el día de la mujer, pero soy consciente que estamos muy lejos de ese ideal.
Pero hay que cuidar las luchas. Hay feministas que pelean por el lenguaje inclusivo, o por el uso del vocablo presidenta o intendenta. Presidenta hoy está aprobado por la RAE, aunque también se acepta el uso de presidente para el femenino. Y esto no es un logro feminista, todo lo contrario. La RAE se ampara en que es un vocablo que tiene un uso de casi quinientos años para aceptarlo. Sin embargo, lejos están sus orígenes de la acepción que hoy se le da. El término presidenta estaba asociado a la mujer del presidente, habiendo surgido en épocas en que la sociedad no permitía, ni siquiera imaginaba, que una mujer pudiera ser presidente, pero sí la esposa de un presidente.
La verdadera lucha debería librarse para que el mundo moderno permita a la mujer ocupar más cargos presidenciales, en todo ámbito. El orgullo de la mujer podrá ser entonces ser presidente, cuya etimología es que preside, con independencia del género. De alguna manera, el discriminar presidenta, o intendenta, lo asocio con la necesidad de diferenciar a la mujer que ha conquistado un lugar que es de los hombres. No debería ser así.
Y como este es un blog de poesía, y si bien no es un día para celebrar, pero sí para conmemorarlo, traigo a las dos poetisas uruguayas por antonomasia: Juana de América, con un poema acorde a este día, y Delmira, cuyo trágico final también nos hace reflexionar sobre el tema. El poema de Delmira es su más célebre trabajo y marca un verdadero adelanto en el tiempo. La poesía erótica, a principios del siglo XX no era “apropiada” para las mujeres y ella, además de abordarla, lo hace a través de una metáfora genial.
Aquí van:
Mujer – Juana de Ibarbourou
Si yo fuera hombre, ¡qué hartazgo de luna!
de sombra y silencio me había de dar!
¡Cómo, noche a noche, solo abularía
por los campos quietos y por frente al mar!
Si yo fuera hombre, ¡qué extraño, qué loco,
tenaz vagabundo que había de ser!
¡Amigo de todos los largos caminos
que invitan a ir lejos para no volver!
Cuando a mí me acosan ansias andariegas
¡qué pena tan honda me da ser mujer!
El intruso – Delmira Agustini
Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.
Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura;
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.
¡Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;
y si duermes, duermo como un perro a tus plantas!
¡Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;
y tiemblo si tu mano toca la cerradura;
y bendigo la noche sollozante y oscura
que floreció en mi vida tu boca tempranera!
Espero volver a verte por aquí…