Retomando el recorrido de “Soy el silencio”, hemos visto que la secuencia de los poemas nos va llevando a través de un entramado que pasa por la búsqueda, el camino, la caída y culmina en lo que sería el levantarse, el despertar.
A través del libro vamos viendo algunos versos que nos transportan a esa sensación de levantarse después de la caída, como lo es el cosechar todo aquello que venimos sembrando en el recorrido anterior, como la recompensa a la constancia.
La cosecha me aguarda un día no esperado,
que yo sé al despertarme he de reconocer,
con la paz del hombre que percibe ha logrado
todas las cosas que siempre supo creer.
También implica el reconocimiento a los errores y los cambios a partir de ellos.
Despertar del sopor, por el yerro abrumante,
es volver a la luz desde el pozo profundo,
es ver matices al conocer este mundo,
tomar el sendero del dudar caminante.
No falta la alusión metafórica a la consolidación de los logros, el despertar tras tanta búsqueda, tanto camino recorrido, el levantarse tras la caída.
Es despertar lo más lindo de cada día,
abrir los ojos a la luz de la mañana,
y la modorra, que se escabulle haragana,
dejando a mi ser olfateando alegría.
Las evaluaciones, con un toque de nostalgia, también están presentes.
Tanto tiempo de sueño perdido,
crecimiento de dudas y aciertos,
van y vienen los duendes despiertos,
sustentando mi genio encendido.
Y como de costumbre, aquí les entrego un repaso a grandes poetas que han tocado esta temática. En este caso les comparto tres poemas completos.
Pequeñas muertes
de Mario Benedetti
Los sueños son pequeñas muertes
tramoyas anticipos simulacros de muerte
el despertar en cambio nos parece
una resurrección y por las dudas
olvidamos cuanto antes lo soñado
a pesar de sus fuegos sus cavernas
sus orgasmos sus glorias sus espantos
los sueños son pequeñas muertes
por eso cuando llega el despertar
y de inmediato el sueño se hace olvido
tal vez quiera decir que lo que ansiamos
es olvidar la muerte
apenas eso
El despertar
de Julio Herrera Reissig
Alisia y cloris abren de par en par la puerta
y torpes, con el dorso de la mano haragana,
restréganse los húmedos ojos de lumbre incierta,
por donde huyen los últimos sueños de la mañana
la inocencia del día se lava en la fontana,
el arado en el surco vagaroso despierta
y en torno de la casa rectoral, la sotana
del cura se pasea gravemente en la huerta…
Todo suspira y ríe. La placidez remota
de la montaña sueña celestiales rutinas.
El esquilón repite siempre su misma nota
de grillo de las cándidas églogas matutinas.
Y hacia la aurora sesgan agudas golondrinas
como flechas perdidas de la noche en derrota.
Despertar
de Gabriela Mistral
Dormimos, soñé la tierra
del sur, soñé el valle entero,
el pastal, la viña crespa,
y la gloria de los huertos.
¿Qué soñaste tú mi niño
con cara tan placentera?
vamos a buscar chañares
hasta que los encontremos,
y los guillaves prendidos
a unos quioscos del infierno.
El que más coge convida
a otros dos que no cogieron.
Yo no me espino las manos
de niebla que me nacieron.
Hambre no tengo, ni sed y
sin virtud doy o cedo.
¿A qué agradecerme así
fruto que tomo y entrego?
Espero volver a verte por aquí…
Brillante Gaby,, todo va teniendo una vuelta de rosca,,, me gusta este toque positivo … Claro entiendo que es el proceso!!!
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Es así, en la lectura del poemario, la secuencia está medio escondida. Gracias por pasar por acá. Un abrazo.
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Me encantó las cuatro estrofas de la poesía El Despertar, muy claro el contenido, como meditadora comprendo perfectamente, no puedo opinar porque la leí una vez y después veré la excelencia de la escritura, recién conociéndole, volveré a opinar
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Muchas gracias Myrna, por pasar y dejar su comentario.
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