LA MÉTRICA

Desde ya te voy pidiendo disculpas. Hoy voy a tocar un tema un poco más técnico y quizás más de uno resulte desilusionado, aunque espero que a otros les interese la propuesta.

La poesía, cumple ciertas reglas, algunas escritas, otras no tanto. Tradicionalmente, los poemas guardaban, casi exclusivamente, reglas de métrica y rima. Desde los albores del siglo pasado, la mayoría de los poemas han sido estructurados en verso libre, lo que no quiere decir libre de reglas. Sin embargo, al encarar el verso libre, el poeta generalmente opta por no guardar, al menos en sentido estricto, la métrica como tal.

La métrica se puede definir como la cantidad de sílabas que tiene un verso.  En general los poemas están escritos en versos que guardan la misma medida, los alejandrinos catorce sílabas, los endecasílabos once, decasílabos, octosílabos y todas las medidas posibles.

Sin embargo, al momento de efectuar el conteo de las sílabas, se toman en cuenta ciertas reglas:

Los diptongos y triptongos, se pueden formar con palabras distintas, es decir que la última sílaba de una palabra terminada en vocal se junta con la primera de la siguiente, si se inicia en vocal, y se cuenta como una sola. Esta unión se llama sinalefa.

En el poema número I de “Soy el silencio”, escrito en versos dodecasílabos, puedes ver el ejemplo de sinalefa:

Soy ese silencio que habita en nosotros,

que aspira en su espera poder expresar

tantas cosas muy simples a amigos y otros

que entiendan mi voz que es tan solo mirar.

En los que las sílabas quedan separadas de la siguiente manera:

Soy/ e/se/ si/len/cio/ que ha/bi/ta en/ no/so/tros,/

que as/pi/ra en/ su es/pe/ra/ po/der/ ex/pre/sar/

tan/tas/co/sas/ muy/ sim/ples/ a a/mi/gos/ y o/tros/

que en/tien/dan/ mi/ voz/ que es/ tan/ so/lo/ mi/rar./

En el primer verso hay sinalefa en “ta en”, en el segundo en “ra en” y “su es”, en el tercero en “a a” y “y o” y en el cuarto en “que en” y “que es”.

Otra regla que podemos apreciar aquí es la sinéresis, por la cual se cuentan como diptongos alguna sucesión de vocales abiertas (en la regla gramática del diptongo la sucesión de sílabas debe contener al menos una vocal cerrada, es decir “i” o “u”). El caso de los primeros versos “ta en” y “ra en” son sinéresis, ya que gramaticalmente la a y la e no conforman un diptongo sino un hiato (ocupan sílabas distintas).

A su vez, puede notarse que, por ser dodecasílabos, los versos deben contener doce sílabas. Sin embargo, en el primer y el tercer verso podemos contar no más que once. Esto se debe a una tercera regla: cuando el verso termina en palabra aguda se cuenta una sílaba más, con lo que se llega a las doce necesarias.

A la inversa, cuando el verso termina en esdrújula o sobreesdrújula se resta uno.

Esto también se puede ejemplificar con el poema XX, que tiene la característica de que  no todos los versos de cada estrofa miden igual.

No pertenezco

a ese sitio que el destino me ubicó,

ni a los lugares que el hombre edificó,

si de rígidas raíces yo carezco.

Como se ve, el segundo y cuarto verso cierran con palabra aguda, por lo que se suma una sílaba más a las contadas:

No/ per/te/nez/co/

a e/se/ si/tio/ que el/ des/ti/no/ me u/bi/có,/

ni a/ los/ lu/ga/res/ que el/ hom/bre e/di/fi/có,/

si/ de/ rí/ gi/ das/ ra/í/ces/ yo/ ca/rez/co./

En este caso el primer verso consta de nueve sílabas y los tres últimos de doce.

También existen excepciones, o formas de “burlar” las reglas, se toman algunas licencias poéticas. Por ejemplo, el poeta puede separar las sinalefas. De hecho, al recitar el poema, intercalar una pausa, aunque mínima, entre las dos palabras que deberían unirse, puede marcar la separación entre ellas.

Y por último, te muestro un caso curioso en la primera estrofa del poema LXVIII,

Mi morada está oscura, vacía y tan fría,

no se escucha una risa ni se huele una flor,

pero es mi morada tan querida, tan mía,

que sólo mis ojos le dibujan color.

En el segundo verso. Se forma un triptongo con el “se hue”, contando de esta manera:

no/ se es/cu/cha u/na/ ri/sa/ ni/ se hue/le u/na/ flor,/

Esto suma las trece sílabas (en este verso doce más una por terminar en aguda) que distinguen a todos los versos del poema. Sin embargo, el conteo también podría separarlas en dos sílabas y no aplicar la sinalefa, basados en que un triptongo no puede tener una sola vocal cerrada, en esta caso la u.

no/ se es/cu/cha u/na/ ri/sa/ ni/ se/ hue/le u/na/ flor,/

con lo que esta forma de conteo excedería la métrica necesitada para concordar con el resto.

Esto mismo sucede con el famoso tango “Confesión”, de Enrique Santos Discépolo, más poeta que compositor.

 El primer verso de este tango dice:

Fue a conciencia pura que perdí tu amor,

Y acá se da el triptongo ya de arranque, en el “fue a”, con el agravante que le imprime una composición musical de la concordancia con la nota musical, por lo que el vocalista debe incluir ese triptongo, quizás forzado, en un solo sonido.

Obviamente hay más reglas métricas, algunas las compartiremos en futuras entradas.

Espero volver a verte por aquí…

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