Asumir un compromiso, cumplirlo, no cumplirlo, intentarlo, decirlo por decir. Todas estas opciones son posibles cuando uno expresa un deseo, real o imaginario y lo plasma en una promesa. A lo largo de la historia de las letras, la poesía fue recogiendo muchas promesas que, por la magia propia de los poemas, muestran la voluntad previa y no tanto la secuencia de su cumplimiento o su abandono.
Mi poemario “Soy el silencio” no está ajeno a esto y, en su poema XXII, le dedica unos versos a ellas.
Las promesas que el viento en murmullo
en mi nudo jardín esparció,
de las flores abriendo el capullo
y aquel fruto que nunca nació.
En la sombra del campo al poniente,
transitando entre silbos y cantos,
va esa voz, que me invita oferente,
a verter esperanza en mis llantos.
Y al surgir a la vida nocturna
los silencios que a gritos estallan,
invadiendo mi paz taciturna,
en mi esencia presagios encallan.
Incumplidas promesas esperan
prolongar, por creíble, el mensaje,
si sus fieles ingenuos toleran
otra vez su mezquino chantaje.
Y el jardín despoblado y sombrío,
a cuya alfombra de hojas crujientes
no la besa siquiera el rocío,
jamás luce colores vivientes.
Pero el día en que el gris apagado
tan brillante se muestre triunfal,
las promesas que el viento ha insinuado
cumplirán en el mundo real.
Al momento de mostrarte lo que han escrito los clásicos, hay que seleccionar mucho en un tema abundantemente tratado. Así, entre fragmentos y poemas completos, te dejo una selección de páginas geniales.
“La cita” (fragmento), de Amado Nervo
Llevarme pronto me ha prometido;
a su promesa no ha de faltar…
Tocan la puerta. Qué, ¿no has oído?
la fiebre te hace desvariar.
“Alma venturosa” (fragmento), de Leopoldo Lugones
Fue silencio y temblor nuestra sorpresa,
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un jubilo tan blando,
que nuestros labios suspiraron quedos…
Y tu alma estremecíase en tus dedos
como si se estuviera deshojando.
“Mientras el hielo las cubre” (fragmento), de Rosalía de Castro
Esos hielos para ellas
Son promesa de flores tempranas,
Son para mí silenciosos obreros
Que están tejiéndome la mortaja.
“Promesa”, de Meira Delmar
En alguna mañana azul y florecida
iremos dulcemente, con las manos unidas
a escuchar las historias que el arroyo murmura
ante el fácil asombro de las piedras desnudas…
No diremos, amado, una sola palabra:
hablarán nuestros ojos su lenguaje de magia,
y la brisa curiosa llegará muy callada
sin romper el embrujo de la hora encantada
después… Como un racimo de hermosas uvas nueva
tronchadas de la vid por manos tempraneras
yo dejaré en tu boca con un poco de miedo,
el sabor ignorado de mis besos primeros…
«Ante la ausencia» (fragmento) de Sor Juana Inés de la Cruz
y puesto que me ausento,
por el último vale
te prometo rendido
mi amor y fe constante,
siempre quererte, nunca olvidarte
“La promesa”, de Juana de Ibarbourou
¡todo el oro del mundo parecía
diluido en la tarde luminosa!
apenas un crepúsculo de rosa,
la copa de los árboles teñía.
Un imprevisto amor, mi mano unía
a tu mano, morena y temblorosa.
¡Éramos Booz y Ruth ante la hermosa
era que circundaba la alquería!
¿me amarás?, murmuraste. Lenta y grave
vibró en mis labios la promesa suave
de la dulce, la amante moabita.
Y fue como un ¡amén! en ese instante
el toque de oración que alzó vibrante
la rítmica campana de la ermita.
NOTA: La imagen corresponde a “La tentación de San Antonio”, de Salvador Dalí.
Espero volver a verte por aquí…
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