LOS RECUERDOS

Hace unos meses, te hablaba de la memoria y el olvido como fuente de inspiración para los poetas. Y hoy aquí te traigo nuevamente el tema, circunscribiéndolo a los recuerdos.

En el poema LIV de mi “Soy el silencio”, busco una suerte de resignación, quizás un sentimiento de envejecimiento, de cansancio que me transporta a los recuerdos, como refugio. Es un poco la idea del gran dramaturgo Jacinto Benavente, de la imagen que acompaña esta entrada. Vamos envejeciendo a medida que los recuerdos van sustituyendo a las esperanzas, las ruinas entran en lugar de los proyectos

Me entrego por fin a añejos recuerdos,
renuncio a las vivencias del presente,
no habrá ya más lugar para un siguiente,
me voy a recorrer senderos lerdos.

Sin cadenas ni nudos, la memoria
me regale un pretérito novicio,
tan desierto de duelo y sacrificio,
que nula de verdad sangre mi historia.

Resbalen oscuros, mustios perfiles
de la mente ya hastiada de percances
discurriendo al orillo de pretiles

las carentes lecturas de mis trances
para expulsar historias por hostiles
y aceptar rehacerlas cual romances.

También, en el XXXVI de mi segundo poemario, “Plegarias en penumbra”, aparecen los recuerdos, también como evolución de vida con el paso del tiempo.

Acaricio las mañanas de la vida,
el reencuentro con la infancia en el ayer,
los recuerdos de pasiones fraccionadas,
las confusas
pero nítidas memorias,
tan sufridas como leales.
No camuflo
mis inseguros tempranos,
no lamento
haberlos podido salvar.
Celebro,
maduro y consciente,
el recorrido, el viaje,
en tránsito
todavía,
en pleno despegue…
La escalera empinada y torcida,
de peldaños sin del todo esculpir,
resbalones,
la cumbre siempre lejos…
Acaricio las noches de la vida
el encuentro al mañana que está ahí
las ilusiones derogadas con los años
y la pregunta,
y las preguntas
también siguen aquí…

Al momento de remitirnos a los clásicos, podemos ver el “21”, de Miguel Hernández:

¿recuerdas aquel cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?
recuerdo y no recuerdo aquella historia
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.
Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.
Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.

“El recuerdo”, de Meira Delmar, es otro ejemplo, en el cual el presente se va a convertir en recuerdo,

Este día con aire de paloma
será después recuerdo.
Me llenaré de él
como de vino un ánfora,
para beberlo a sorbos cuando quiera
recuperar su aroma.
Antes que vuele hacia el ocaso, antes
de ver cómo se pierde entre la noche.

“Velas sobre un recuerdo”, de Julia de Burgos, quien nos muestra la presencia permanente del recuerdo, como volando…

Todo estático,
menos la sangre mía, y la voz mía,
y el recuerdo volando.

Todo el lecho es un cántico de fuego
echando a andar las ondas del reclamo.
La misma pared siente
que ha bajado a llamarte entre mis labios.

¡Qué grandioso el silencio de mis dedos
cuando toman el verso de los astros,
que se cuelan en rápidas guirnaldas
para esculpirte en luces por mis brazos!

va gritando tu nombre entre mis ojos,
el mismo mar inquieto y constelado.
Las olas más infantes te pronuncian,
al girar por mis párpados mojados.

Todo es ágil ternura por mi lecho,
entre cielos y ecos conturbados.
Con tu sendero vivo en mi flor íntima,
he movido lo estático….

“Canción del viaje” de José Ángel Buesa refiere a recuerdos bien tangibles, de un pasado lejano,

Recuerdo un pueblo triste y una noche de frío
y las iluminadas ventanillas de un tren.
Y aquel tren que partía se llevaba algo mío,
ya no recuerdo cuándo, ya no recuerdo quién.
Pero sí que fue un viaje para toda la vida
y que el último gesto, fue un gesto de desdén,
porque dejó olvidado su amor sin despedida
igual que una maleta tirada en el andén.
Y así, mi amor inútil, con su inútil reproche,
se acurrucó en su olvido, que fue inútil también.
Como esos pueblos tristes, donde llueve de noche,
como esos pueblos tristes, donde no para el tren.

“Dormirse en el olvido del recuerdo…”, de Miguel de Unamuno, que ya comienza con un genial oxímoron:

¡Dormirse en el olvido del recuerdo,
en el recuerdo del olvido,
y que en el claustro maternal me pierdo
y que en él desnazco perdido!

¡Tú, mi bendito porvenir pasado,
mañana eterno en el ayer;
tú, todo lo que fue ya eternizado,
mi madre, mi hija, mi mujer!

Juan Ramón Jiménez, con “El poseedor” nos lleva a la ausencia de recuerdos y al secreto íntimo como única posesión, que se extinguirá cuando se acabe la vida del poeta.

El poseedor
no recuerdo…
(Ya no viene el cavador
que cavaba en el venero)
no recuerdo…
(Sobre la mina han caído
mil siglos de suelos nuevos)
no recuerdo…
(El mundo se acabará.
No volverá mi secreto)

“Algunos lienzos del recuerdo tienen”, de Antonio Machado nos muestra ese universo material en el que determinadas cosas, por asociación, nos llevan a recuerdos lejanos…

Algunos lienzos del recuerdo tienen
luz de jardín y soledad de campo;
la placidez del sueño
en el paisaje familiar soñado.
Otros guardan las fiestas
de días aun lejanos;
figuras sutiles
que pone un titerero en su retablo…

Ante el balcón florido
está la cita de un amor amargo.
Brilla la tarde en el resol bermejo…
La hiedra efunde de los muros blancos…
A la revuelta de una calle en sombra,
un fantasma irrisorio besa un nardo.

Y para cerrar, quizás un poco caprichosamente porque me encanta el poema, te comparto “Ya no”, de Idea Vilariño, que más que hablar de los recuerdos nos muestra la imposibilidad de generarlos.

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.

No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.

Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche

nunca.

No volverá a tocarte.

No te veré morir.

Espero volver a verte por aquí….

3 comentarios sobre “LOS RECUERDOS

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