Como homenaje al mes de la mujer, hoy, 8 de marzo te llevaré a un recorrido por las mayores poetisas americanas de la historia. Obviamente la lista es abreviada, ya que hay innumerables mujeres que deberían estar en ella, pero debimos ceñirnos a una selección reducida.
Por el mismo motivo es que solo puedo incluir una estrofa de un poema de cada una de ellas.
Aquí va la lista, ordenada por fecha de nacimiento.
- Sor Juana Inés de la Cruz, México, 1651
Amor empieza por desasosiego,
solicitud, ardores y desvelos;
crece con riesgos, lances y recelos;
susténtase de llantos y de ruego.
- Gertrudis Gómez de Avellaneda, Cuba 1814
¡Del huracán espíritu potente,
rudo como la pena que me agita!
¡Ven, con el tuyo mi furor excita!
¡Ven con tu aliento a enardecer mi mente!
- Salomé Ureña, Rep. Dominicana, 1850
Se estremece el alcázar opulento
de bien, de gloria, de grandeza suma,
que fabrica tenaz el pensamiento;
¡bajo el peso se rinde que le abruma!
- María Eugenia Vaz Ferreira, Uruguay, 1875
Violetas de los prados en el solar fragante,
rosas de los pensiles rojas y perfumadas
que al pasajero abrieron su misterioso broche;
el náufrago retorna como una sombra errante,
sin una sola estrella de flámulas doradas
con que alumbrar el fondo de su infinita noche.
- Delmira Agustini, Uruguay, 1886
Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.
- Gabriela Mistral, Chile, 1889
Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
¡pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres tan oscuro!
- Alfonsina Storni, Argentina, 1892
Tú me quieres alba,
me quieres de espumas,
me quieres de nácar.
Que sea azucena
sobre todas, casta.
De perfume tenue.
Corola cerrada
- Juana de Ibarbourou, Uruguay, 1892
Si ella escucha,
si comprende el idioma en que hablo,
¡qué dulzura tan honda hará nido
en su alma sensible de árbol!
Y tal vez, a la noche,
cuando el viento abanique su copa,
embriagada de gozo le cuente:
¡Hoy a mí me dijeron hermosa!
- Magda Portal, Perú, 1900
Yo soy un mar porque no hubiera sido un río
Un mar sin cauces
De verdes alegrías
I de profundas soledades
Un mar abarcador
de la Vida i la Muerte
del que parten i al que confluyen
todas las fuerzas de la Vida
- Silvina Ocampo, Argentina, 1903
Mátame, espléndido y sombrío amor,
si ves perderse en mi alma la esperanza;
si el grito de dolor en mí se cansa
como muere en mis manos esta flor.
- María Calcaño, Venezuela, 1906
Cómo van a verme buena
si me truena
la vida en las venas.
¡Si toda canción
se me enreda como una llamarada!
y vengo sin Dios
y sin miedo…
- Josefina Pla, Paraguay, 1909
La mañana irisada, como fino cristal
se curvó sobre el ancho campo reverdeciente.
A la abismal succión del azul transparente,
agriétase la carne de un ansia germinal.
- Concha Urquiza, México, 1910
Mi corazón olvida
y asido de tus pechos se adormece:
eso que fue la vida
se anubla y oscurece
y en un vago horizonte desparece.
- Violeta Parra, Chile, 1917
Que vivan los estudiantes
Jardín de nuestra alegría
Son aves que no se asustan
De animal ni policía.
Y no le asustan las balas
Ni el ladrar de la jauría
Caramba y sambalacosa
¡qué viva la astronomía!
- María Teresa Sánchez, Nicaragua, 1918
En el río que brota sus raudales
pongo mi corazón estremecido.
Pongo en los mares,
y en el acento de las tempestades,
pongo mis latidos.
- Idea Vilariño, Uruguay, 1920
Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
- Meira Delmar, Colombia, 1922
La muerte no es quedarme
con las manos ancladas
como barcos inútiles
a mis propias orillas,
ni tener en los ojos,
tras la sombra del párpado
el último paisaje
hundiéndose en sí mismo.
- Ida Vitale, Uruguay, 1923
Corta la vida o larga, todo
lo que vivimos se reduce
a un gris residuo en la memoria.
De los antiguos viajes quedan
las enigmáticas monedas
que pretenden valores falsos.
De la memoria sólo sube
un vago polvo y un perfume.
¿Acaso sea la poesía?
- Claribel Alegría, Nicaragua/El Salvador, 1924
Cuando te sientes sola
entre sus brazos
y tu piel es frontera
y no te brota el llanto
sólo te queda
la sonrisa.
- Rosario Castellanos, México, 1925
Quisimos aprender la despedida
y rompimos la alianza
que juntaba al amigo con la amiga.
Y alzamos la distancia
entre las amistades divididas.
- Blanca Varela, Perú, 1926
porque te alimenté con esta realidad
mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí
laberinto hijo mío
- Olga Elena Mattei, Puerto Rico/Colombia, 1933
Si me vieras
en estado de éxtasis,
efervesciendo interiormente,
con esta sensación
quemante y dolorosa
de tener en las venas
líquidos ácidos…
- Alejandra Pizarnik. Argentina, 1936
Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña
- Cristina Peri Rossi, Uruguay, 1941
Me gustaría
poder decirte:
Ven cuando quieras,
te estaré esperando.
Los barcos son así
son así los muelles
y los viajeros.
- Gioconda Belli, Nicaragua, 1948
Déjame que esparza
manzanas en tu sexo
néctares de mango
carne de fresas;
Tu cuerpo son todas las frutas.
- Coral Bracho, México, 1951
La brisa toca con sus yemas
el suave envés de las hojas. Brillan
y giran levemente.
Las sobresalta y alza
con un suspiro, con otro. Las pone alerta.
Espero volver a verte por aquí…
Interesante investigación y muy interesante.
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Precioso
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Maravillosa selección Algunas poéticas de mi parte sin conocer .Gracias
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