PROMESAS

Asumir un compromiso, cumplirlo, no cumplirlo, intentarlo, decirlo por decir. Todas estas opciones son posibles cuando uno expresa un deseo, real o imaginario y lo plasma en una promesa. A lo largo de la historia de las letras, la poesía fue recogiendo muchas promesas que, por la magia propia de los poemas, muestran la voluntad previa y no tanto la secuencia de su cumplimiento o su abandono.

Mi poemario “Soy el silencio” no está ajeno a esto y, en su poema XXII, le dedica unos versos a ellas.

Las promesas que el viento en murmullo
en mi nudo jardín esparció,
de las flores abriendo el capullo
y aquel fruto que nunca nació.

En la sombra del campo al poniente,
transitando entre silbos y cantos,
va esa voz, que me invita oferente,
a verter esperanza en mis llantos.

Y al surgir a la vida nocturna
los silencios que a gritos estallan,
invadiendo mi paz taciturna,
en mi esencia presagios encallan.

Incumplidas promesas esperan
prolongar, por creíble, el mensaje,
si sus fieles ingenuos toleran
otra vez su mezquino chantaje.

Y el jardín despoblado y sombrío,
a cuya alfombra de hojas crujientes
no la besa siquiera el rocío,
jamás luce colores vivientes.

Pero el día en que el gris apagado
tan brillante se muestre triunfal,
las promesas que el viento ha insinuado
cumplirán en el mundo real.

Al momento de mostrarte lo que han escrito los clásicos, hay que seleccionar mucho en un tema abundantemente tratado. Así, entre fragmentos y poemas completos, te dejo una selección de páginas geniales.

“La cita” (fragmento), de Amado Nervo


Llevarme pronto me ha prometido;
a su promesa no ha de faltar…
Tocan la puerta. Qué, ¿no has oído?
la fiebre te hace desvariar.

“Alma venturosa” (fragmento), de Leopoldo Lugones


Fue silencio y temblor nuestra sorpresa,
mas ya la plenitud de la promesa
nos infundía un jubilo tan blando,

que nuestros labios suspiraron quedos…
Y tu alma estremecíase en tus dedos
como si se estuviera deshojando.

“Mientras el hielo las cubre” (fragmento), de Rosalía de Castro


Esos hielos para ellas
Son promesa de flores tempranas,
Son para mí silenciosos obreros
Que están tejiéndome la mortaja.

“Promesa”, de Meira Delmar


En alguna mañana azul y florecida
iremos dulcemente, con las manos unidas
a escuchar las historias que el arroyo murmura
ante el fácil asombro de las piedras desnudas…
No diremos, amado, una sola palabra:
hablarán nuestros ojos su lenguaje de magia,
y la brisa curiosa llegará muy callada
sin romper el embrujo de la hora encantada
después… Como un racimo de hermosas uvas nueva
tronchadas de la vid por manos tempraneras
yo dejaré en tu boca con un poco de miedo,
el sabor ignorado de mis besos primeros…

«Ante la ausencia» (fragmento) de Sor Juana Inés de la Cruz

y puesto que me ausento,
por el último vale
te prometo rendido
mi amor y fe constante,
siempre quererte, nunca olvidarte

“La promesa”, de Juana de Ibarbourou

¡todo el oro del mundo parecía
diluido en la tarde luminosa!
apenas un crepúsculo de rosa,
la copa de los árboles teñía.

Un imprevisto amor, mi mano unía
a tu mano, morena y temblorosa.
¡Éramos Booz y Ruth ante la hermosa
era que circundaba la alquería!

¿me amarás?, murmuraste. Lenta y grave
vibró en mis labios la promesa suave
de la dulce, la amante moabita.

Y fue como un ¡amén! en ese instante
el toque de oración que alzó vibrante
la rítmica campana de la ermita.

NOTA: La imagen corresponde a “La tentación de San Antonio”, de Salvador Dalí.

Espero volver a verte por aquí…

HASTÍO

Retomando el tema de la rutina, tratado en la entrada del 21 de octubre pasado, te presento el poema LXVI de “Soy el silencio”. Aborda, como muchas veces lo has visto en poesía, el tema del hastío, de la rutina, a veces insoportable, otras tantas añorada. El buscar una existencia más excitante, pero el miedo a despertar aparece como una especie de freno. Se ve presente el mensaje de saber disfrutar las rutinas y las cosas simples de la vida, que muchas veces, por tenerlas, no las valora.

Tantas veces en la vida he asumido

que la diaria rutina me atormenta,

el hastío sin pausas me alimenta

de elementos carentes de sentido.

A lo largo de senda sin escollos

repetidas tareas me apabullan,

con cálido sopor casi me arrullan

y me ven postergar mis desarrollos.

Tantas veces en la vida he soñado

la fuga hacia un trajín más excitante,

liberarme del tedio tan constante

mas no me aparté de lo planeado.

Pero hoy, al verme ausente de rutinas,

al perder pequeñeces que sufría,

comprendo que el placer de cada día

es mejor cuanto más suelto caminas.

Pues las sencillas cosas de la vida

no por ser simples pierden importancia.

Saber darles en tiempo relevancia

tal vez al fin evite atroz caída.

Dentro de los clásicos hay una gran serie de poemas, de los que apenas te comparto una pequeña muestra:

“En soledad. no se siente” de Luis Cernuda

El mundo, que un muro sella;

la lámpara abre su huella

sobre el diván indolente.

Acogida está la frente

al regazo del hastío.

¿Qué ausencia, qué desvarío

a la belleza hizo ajena?

tu juventud nula, en pena

el blanco papel vacío.

“La de a mil” (fragmento) de César Vallejo

La de a mil

el suertero que grita la de a mil,

contiene no sé qué fondo de dios.

Pasan todos los labios. El hastío

despunta en una arruga su ya no.

Pasa el suertero que atesora, acaso

nominal, como dios,

entre panes tantálicos, humana

impotencia de amor.

“Perlas negras – amiga, mi larario está vacío” (fragmento) de Amado Nervo

Amiga, mi larario está vacío:

desde que el fuego del hogar no arde,

nuestros dioses huyeron ante el frío;

hoy preside en sus tronos el hastío

las nupcias del silencio y de la tarde.

“Poema 18 de los Veinte poemas de amor y una canción desesperada” (1924) de Pablo Neruda

Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.

Pero la noche llega y comienza a cantarme.

La luna hace girar su rodaje de sueño.

Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.

Y como yo te amo, los pinos en el viento, quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.

“Deletreos de armonía”, de Antonio Machado

Deletreos de armonía

que ensaya inexperta mano.

Hastío. Cacofonía

del sempiterno piano

que yo de niño escuchaba

soñando… No sé con qué,

con algo que no llegaba,

todo lo que ya se fue.

Y para cerrar, el más célebre de todos y el más centrado en el tema: “Hastío”, también del mismo Antonio Machado.

Pasan las horas de hastío

por la estancia familiar,

el amplio cuarto sombrío

donde yo empecé a soñar.

Del reloj arrinconado,

que en la penumbra clarea,

el tictac acompasado

odiosamente golpea.

Dice la monotonía

del agua clara al caer:

Un día es como otro día;

hoy es lo mismo que ayer.

Cae la tarde. El viento agita

el parque mustio y dorado…

¡Qué largamente ha llorado

toda la fronda marchita!

NOTA: La imagen corresponde a “Mujeres en la ventana” de B. E. Murillo, propiedad de la National Gallery of Art, Washington DC

Espero volver a verte por aquí.

MILAGRO – LAS POETISAS URUGUAYAS

Para reflexionar en el día internacional de la mujer, te presento un tema que no tiene controversia. Pese a todas las adversidades que la sociedad le impuso a las mujeres durante el siglo XX, el éxito alcanzado por estas seis heroínas de la pluma habla por sí solo.

Hoy quiero acompañarte por un breve recorrido de la mano de las grandes poetisas uruguayas del siglo pasado. Sin esforzarnos en la búsqueda, y quizás dejando otras tantas afuera de la lista, podemos encontrar seis mujeres poetas de trascendencia internacional en el correr del siglo XX. Me animaría a decir que en países con muchísimos más habitantes no resultaría tan fácil encontrarlas.

Te paso pues, una breve reseña de ellas.

María Eugenia Vaz Ferreira (Montevideo, 13 de julio de 1875 – Montevideo, 20 de mayo de 1924) fue la primera poetisa del Uruguay. Es una de las pocas mujeres que sobresalieron dentro del movimiento modernista, junto a su compatriota Julio Herrera y Reissig. Previamente tuvo una etapa de poesía romántica y posteriormente se fue volcando hacia un lado más metafísico. “La isla de los cánticos”, 1924, póstumo, fue su principal libro de poesía y de allí destacamos un fragmento de uno de sus poemas, “Desde la celda”:

Afuera ríen los soles

sus vitrinas de cristal,

racimos de perlas vivas

al pasajero le dan.

Por los caminos del mundo

cruza la marcha triunfal

Evohé… siga la fiesta…

i Ay de aquel que fuera un día

novio de la soledad!…

Delmira Agustini (Montevideo, 24 de octubre de 1886-Montevideo, 6 de julio de 1914). De breve pero prolífica vida, Delmira fue una adelantada, no solo como mujer sino como poeta. Introdujo en los albores del siglo XX el erotismo en la poesía, en tiempos en que era palabra prohibida. El máximo exponente del modernismo, Rubén Darío, prologó el libro de Delmira “Los cálices vacíos” señalando «De todas las mujeres que hoy escriben en verso ninguna ha impresionado mi ánimo como Delmira Agustini… ».

Y como muestra de su arte, solo corresponde mostrar un fragmento de “El intruso”, donde sobresale su célebre metáfora de la llave y la cerradura,

Amor, la noche estaba trágica y sollozante

cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;

luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,

tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Juana de Ibarbourou (Melo, Uruguay, 8 de marzo de 1892-Montevideo, 15 de julio de 1979). Es quizás la más representativa de las seis. Femenina, vanguardista y surrealista, le cantó al amor, la naturaleza, la maternidad. En 1929 recibió el título “Juana de América” que la reconocía como la voz más representativa del continente, en épocas en que también brillaban alto sus coetáneas Gabriela Mistral de Chile y Alfonsina Storni de Argentina. Admirada por los españoles Unamuno, García Lorca, Antonio y Manuel Machado y J.R. Jiménez, escribió libros de la talla de “las lenguas de diamante” y “La rosa de los vientos”, entre muchos más. Para mostrar algo de su obra, elijo este tramo final de “La higuera” donde se puede percibir la exquisita musicalidad en los versos de rima asonante.

Si ella escucha,

si comprende el idioma en que hablo,

¡qué dulzura tan honda hará nido

en su alma sensible de árbol!

Y tal vez, a la noche,

cuando el viento abanique su copa,

embriagada de gozo le cuente:

¡Hoy a mí me dijeron hermosa!

Idea Vilariño (Montevideo, 18 de agosto de 1920-Montevideo, 28 de abril de 2009), integrante del movimiento uruguayo conocido como “generación del 45”, apadrinado por el ya consolidado Juan Carlos Onetti, quien tuvo una tormentosa relación sentimental con ella, y liderado por Mario Benedetti. Feminista, en 1995 ganó el premio Bartolomé Hidalgo. Muchos de sus poemas fueron musicalizados por referentes del canto popular latinoamericano, como Alfredo Zitarrosa, Daniel Viglietti o Los Olimareños. Aquí presentamos un tramo de su poema “Desnudez total”

Ya en desnudez total

extraña ausencia

de procesos y fórmulas y métodos

flor a flor,

ser a ser,

aún con ciencia

y un caer en silencio y sin objeto.

Ida Vitale (Montevideo, 2 de noviembre de 1923). Afortunadamente en vida y totalmente activa, Ida perteneció también a la “generación del 45”. Representante de la poesía esencialista, ha sido multipremiada por su obra con el premio Octavio Paz (2009), el Alfonso Reyes (2014), el Reina Sofía (2015), el premio internacional de Poesía Federico García Lorca (2016), el Premio Max Jacob (2017) y el más importante de habla hispana, el premio Miguel de Cervantes (2018). Y por estar activa, podemos exponer un poema completo de su último trabajo, “Gotas”, de “Tiempo sin claves” (2021).

¿Se hieren y se funden?

Acaban de dejar de ser la lluvia.

Traviesas en recreo,

gatitos de un reino transparente,

corren libres por vidrios y barandas,

umbrales de su limbo,

se siguen, se persiguen,

quizá van, de soledad a bodas,

a fundirse y amarse.

Trasueñan otra muerte.

Cristina Peri Rossi (Montevideo, Uruguay, 12 de noviembre de 1941), escritora de izquierda radical, terminó exilándose en París y Barcelona, su lugar de residencia actual, durante la dictadura militar. También novelista (“La nave de los locos”, 1984) y cuentista (Los museos abandonados”, 1968), en poesía le cantó principalmente al exilio, la homosexualidad y los conflictos, prácticamente siempre amparada en el verso libre. La antología “Mi casa es la escritura” es su poemario más célebre, entre muchos otros. Multipremiada, luego de recibir el premio internacional de relatos Mario Vargas Llosa, tan solo tres años después que su compatriota Ida Vitale, alcanza el gran premio Miguel de Cervantes en 2021. Aquí van unos versos de “Mi casa es la escritura”,

¿cuál es mi casa?

¿dónde vivo?

Mi casa es la escritura

la habito como el hogar

de la hija descarriada

la pródiga

la que siempre vuelve para encontrar los rostros conocidos

el único fuego que no se extingue Esperemos por las poetisas que nos ofrezca este pequeño país en este siglo XXI.

Espero volver a verte por aquí…

POEMAS BREVES

La poesía siempre se asocia a un lenguaje más complicado que el utilizado en narrativa e incluso mucho más si lo comparamos con el de uso cotidiano en la comunicación oral. Por esto, no siempre es fácil encontrar poemas que expresen una idea completa en un texto breve.

Muchísimos amantes de la poesía le adjudican el cénit de los poemas clásicos a Rubén Darío y su célebre Sonatina. Este no es precisamente un poema breve, ya que consta de ocho estrofas de seis versos cada una y, a su vez, cada uno de estos está construido con catorce sílabas. Como cada verso está dividido exactamente en dos hemistiquios de siete, podríamos hablar de una riqueza aún mayor en conceptos, figuras, versos y semi versos.

Pero esta introducción está puesta para mostrarnos la contra cara de ese poema, que por cierto tampoco es el más largo de todos, ni mucho menos. El tema que te quería plantear hoy es el de la síntesis lograda en la poesía, los poemas breves.

Siempre consideré a «Cultivo una rosa blanca» de José Martí, como el ideal de poema, breve, completo, estructurado, musical.

Cultivo una rosa blanca
en junio como enero
para el amigo sincero
que me da su mano franca.
Y para el cruel que me arranca
el corazón con que vivo,
cardo ni ortiga cultivo;
cultivo la rosa blanca.

Con estructura parecida, Gustavo Adolfo Becquer, logra en su rima XXX una plenitud tan o más elogiable que la de Martí.

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.

Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: ¿Por qué no lloré yo?

Obviamente, pese a no ser tan comunes, podemos encontrar unos cuantos poemas muy cortos, si buceamos dentro de todo el universo poético.

Así, Octavio Paz nos regala su poema “Aquí”


Mis pasos en esta calle
Resuenan
En otra calle
Donde
Oigo mis pasos
Pasar en esta calle
Donde
Sólo es real la niebla.

El poema “Desvelada”, de Gabriela Mistral es otro breve, en sus ocho versos.


Como soy reina y fui mendiga, ahora
vivo en puro temblor de que me dejes,
y te pregunto, pálida, a cada hora:
«¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!»
Quisiera hacer las marchas sonriendo
y confiando ahora que has venido;
pero hasta en el dormir estoy temiendo
y pregunto entre sueños: «¿No te has ido?»

Antonio Machado hace lo propio con sus “Deletreos de armonía”


Deletreos de armonía
que ensaya inexperta mano.
Hastío. Cacofonía
del sempiterno piano
que yo de niño escuchaba
soñando… no sé con qué,
con algo que no llegaba,
todo lo que ya se fue.


Alejandra Pizarnik contribuye con su brevísima “Despedida”


Mata su luz un fuego abandonado.
Sube su canto un pájaro enamorado.
Tantas criaturas ávidas en mi silencio
y esta pequeña lluvia que me acompaña.


La síntesis en Federico García Lorca podemos encontrarla en el bello “Al oído de una muchacha”.


No quise.
No quise decirte nada.

Vi en tus ojos
dos arbolitos locos.
De brisa, de risa y de oro.
Se meneaban.
No quise.
No quise decirte nada.

Y navegando entre los poetas compatriotas, en estos días me topé con esta joya de Laura Domínguez, «Blanca» que cumple en todo lo que te comenté como para ser incluida en esta selección.

Blanca mirada ciega
blanca ceguera blanca
blanca mirada tierna
blanca esperanza alada

Armas de estrellas negras
pozos de cielo en calma
calma que anuncia guerra
alas recién planchadas.

Esas estrellas negras
ajan las esperanzas.

Por último, no podía faltar el mío, más allá de que posiblemente ya lo hayas leído en la ilustración de esta entrada, el poema LV de mi “Soy el silencio”. Este poema es la búsqueda de la síntesis al extremo, en cuatro versos cortos trata de mostrar la desesperada lucha por detener ese tiempo que tan veloz se nos va escapando.


Ayer, hoy era mañana.
Quiero saber dónde voy.
Aplazar vejez temprana,
que mañana, ayer será hoy.

Nota: La ilustración es una foto tomada por el autor, «Atardecer en la Mansa», Punta del Este. Derechos reservados.

Espero volver a verte por aquí…

LENGUAJE POÉTICO

Para el maestro Jorge Luis Borges, el lenguaje podía encontrar la transmisión genuina de la emoción, la sustancia principal del poema, a través de la abstracción. Aquí es donde las figuras literarias, que ya te mencioné en sendas entradas anteriores de este blog, asisten al poeta.

El lenguaje poético se nutre de ciertos permisos. Estas licencias poéticas permiten al escritor eludir las normas gramaticales. Así, es común encontrar palabras que son inventadas por el escritor, algunas de ellas se incorporan al lenguaje y otras tendrán valor sobre la obra para la cual fueron especialmente diseñadas.

En el primero de los casos, el más abundante es el de las palabras inventadas por William Shakespeare, quien es considerado el escritor que más palabras aportó a su idioma y que luego fueron derivadas a otros como el español. Palabras como lonely (solitario), hurry (apresurarse), (generoso), undress (desvestirse), critical (crítico), gloomy (oscuro), radiance (resplandor), majestic (majestuoso) y tantas otras no fueron leídas antes que en las obras del creador de Romeo y Julieta.

Dentro del segundo caso, Julio Cortázar decía que ya no podía aceptar el diccionario, ni aceptar la gramática y que el buen escritor era ese hombre que modificaba parcialmente el lenguaje. Así aparecen verbos como “entreplumar”, “encrestoriar”, “extrayuxtar”, “paramover” y tantos otros que a veces no tenían significado, a veces sí, pero que sonaban bien y proponían el juego al lector de adivinarlo.

Mario Benedetti utiliza este recurso en su poema “Bébete un tentempié”, donde aparecen “desmundízate”, “desmilágrate”, “sobremuriente”, “fabulízate”, “mundízate”, “milágrate” y la muy lograda “abandoneón”, producto de la fusión del abandono y las notas tristes del bandoneón tanguero.

Bébete un tentempié pero sentada
arrímate a tu sol si eres satélite
usa tus esperanzas como un sable
desmundízate a ciegas o descálzate

desmilágrate ahora poco a poco
quítate la ropita sin testigos
arrójale esa cáscara al espejo
preocúpate pregúntale prepárate

sobremuriente no sobreviviente
desde el carajo al cielo sin escalas
y si no vienen a buscar tu búsqueda
y te sientes pueril o mendicante
abandonada por tu abandoneón
fabulízate de una vez por todas
métete en tu ropita nuevamente
mundízate milágrate y entonces
apróntate a salir y a salpicarte
calle abajo novada y renovada
pero antes de asomar la naricita
bebe otro tentempié por si las moscas.

Y aquí les presento un adelanto de mi próximo libro, “Plegarias en penumbra” próximo a editarse. En este poema, el recurso utilizado es el de “sustantivizar” las preposiciones y los adverbios, por lo cual admiten el plural cunado corresponde.

Hay tantos peros en la vuelta,
muchos sinembargos ,
variados noobstantes
y alcontrarios;
son solo aunques
y algunos encambios.

¿Por qué no encontramos tambienes?
¿Por qué los ademases esquivos
con los asimismos se escapan,
tan veloces?
Y los inclusos, lejanos,
no se dejan ver…

Nuestra realidad es la resta,
bajar al que está arriba
por el miedo a sumar…
La suma es solo un sueño,
el deseo confesado
que nadie quiere arriesgar…

Solo somos los mientras,
cualesquiera sean los mediantes
y, al descartar los apenas,
no valoramos los casis.

Cobijando porsiacasos
no se evitan los quizases,
nos cargamos los segunes
sin vivir los durantes.

Admiramos los lejos
denostando los cercas,
nos pesan los encimas
por ignorar los delantes.

Evaluemos los siempres,
rechazando los nuncas,
carguemos los todavías
y esculpamos un ya.

¡Tan solo uno!

En la imagen se aprecian, de izquierda derecha a Julio Cortázar, Jorge Luis Borges y Mario Benedetti.


Espero volver a verte por aquí…

LA LLUVIA II

En la entrada del 5 de agosto pasado te mostraba distintos poemas que giraban en torno a este evento climático tan poético, con ancla en el poema LXXVII de “Soy el silencio” y que aquí te recuerdo

Terca lluvia y tenaz, persistente,
que me mojas los huesos, la mente,
vistiéndolo todo más sombrío.

Un creciente placer me gobierna
al contemplarla impávida, eterna,
trasluciendo cualquier desvarío.

Se disfrazan de gris los colores,
la humedad, que agranda mis dolores,
a mi espíritu mata de frío.

Caminar bajo el cielo techado,
recorriendo el asfalto lavado,
desenfoca mi libre albedrío.

Mas no encuentro placer más glorioso,
tras un vidrio mirando, dichoso,
ver llover no conoce de hastío.

“Soy el silencio” hace referencia a la lluvia, también en el tramo inicial del poema número LXXXII:

Podrá quizás la lluvia arrasar con las pisadas,
las huellas que en el camino el tiempo le mostró,
podrá el trueno silenciar las voces elevadas
o el relámpago la luz que la luna enrostró.

Y entre los clásicos que te puedo añadir a los referidos en la entrada anterior, te presento la “Canción de la lluvia”, de José Ángel Buesa

Acaso está lloviendo también en tu ventana;
acaso esté lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.
Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,
sintiendo que despierta tu ternura de ayer.
Y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,
y aún lloverá en tus ojos, al dejar de llover.

Pero esta entrada, el retomar este tema, no es más que una excusa para presentarte “Gotas”, de la ganadora del premio Cervantes Ida Vitale.


En esta joya literaria, la poetisa muestra con exquisita metáfora, casi alegoría, las consecuencias y las causas, la vida y la muerte, la lluvia y las gotas.

¿Se hieren y se funden?
Acaban de dejar de ser la lluvia.
Traviesas en recreo,
gatitos de un reino transparente,
corren libres por vidrios y barandas,
umbrales de su limbo,
se siguen, se persiguen,
quizá van, de soledad a bodas,
a fundirse y amarse.
Trasueñan otra muerte.

Nota: la imagen corresponde a la pintura “La diligencia a Louveciennes”, de Camille Pissarro, del museo D’Orsay, Paris.

Espero volver a verte por aquí…

EL PROGRESO

El progreso de la sociedad, tanto en materia cultural como tecnológica, moral o económica supone una evolución gradual, positiva y sistemática. Sin embargo, la supuesta mejora que se logra a través de ese avance de la civilización es objeto de debate entre los escritores, tanto en prosa como en poesía.

El poema XXX de “Soy el silencio” de mi autoría y publicado por Editorial Bubok en marzo de 2021 (a cuyo link pueden acceder en el enlace “Libros” de este blog) aborda esta temática.

Sociedad tan llena de prejuicios,

enorme corriente de agresiones,

superflua al emitir opiniones,

predispuesta a dar nombre a los vicios.

Rudos reglamentos que aparentan

no ofender al hombre en su albedrío,

raudos a mostrar su poderío

donde sea, siempre se presentan.

Y el hombre, que edifica su vida

rodeado de un marco tan duro,

no logra derribar ese muro,

cayendo en su conducta aprendida.

¿Quién puede al fin dar vuelta el proceso

de cada pueblo en su alma arraigado?

El contexto social ha triunfado

y eso es, a sus ojos, el progreso.

Y obviamente, no podían faltar los clásicos, que seguramente estabas esperando. Aquí te muestro algunos de estos poemas.

Poema «Lección de Filosofía» de Emilio Bobadilla.

En la margen opuesta del río, en la pradera,

todo paz y verdura, bucólico embeleso

de una tarde beatífica de dulce primavera,

mientras el hombre esgrime fusil, espada y gumia,

sus armas predilectas de cultura y progreso-

una vaca el sosiego del crepúsculo rumia.

“Las palabras”, de Martio Benedetti (fragmento)

No me gaste las palabras

no cambie el significado

mire que lo que yo quiero

lo tengo bastante claro

si usted habla de progreso

nada más que por hablar

mire que todos sabemos

que adelante no es atrás

“incoherencias”, de Amado Nervo (fragmento)

¡Oh, Progreso, eres luz! ¿Por qué no llena

su fulgor mi conciencia? Tengo miedo

a la duda terrible que envenena,

y me miras rodar sobre la arena

¡y, cual hosca vestal, bajas el dedo!

“Un sueño”, de Ignacio María de Acosta (fragmento)

La torpe envidia, la calumnia odiosa

abaten su poder y bastardía;

y a la voz del progreso se veía

la sociedad aparecer dichosa.

Semblanzas: X, de Manuel del Palacio (fragmento)

Comióse los dineros de una dama,

Fué partidario ardiente del progreso,

Quemó de sus errores el proceso,

Y hoy moral y católico se llama.

Nótese en este último caso el tilde sobre la e en “fue”, de acuerdo a la regla ortográfica de la RAE en el momento que fue escrito el poema, hoy derogada.

Nota: La imagen corresponde a un pasaje de la película “Tiempos modernos”, de Charles Chaplin (en la foto junto a Chester Conklin).

Espero volver a verte por aquí…

DE AVES Y PÁJAROS

La poesía en el tiempo ha invocado y tratado en forma constante a las aves. Indudablemente, la belleza, los colores vivos y sus cantos hacen a este tipo de animalitos ideales para las metáforas. El vuelo, además, es el símbolo de la libertad, esa que los humanos no podemos esgrimir, de ahí que sea un lugar común al que apelan muchísimos poetas y escritores.

En mi “Soy el silencio” no están ausentes estas citas, como te paso a mostrar con estos ejemplos.

En el poema VIII, el canto de las aves sirve para ubicar al protagonista en el sitio donde se encuentra, añorando tiempos mejores.

No encontrando en las aguas caminos,

extrañando las rutas marcadas,

los bosques con acacias y pinos

y las aves con tristes tonadas.

En el XXII, los cantos de las aves crean un clima, un ambiente de la escena que está plantando el poema.

En la sombra del campo al poniente,

transitando entre silbos y cantos,

va esa voz, que me invita oferente,

a verter esperanza en mis llantos.

Y el LXXXIII corre en el mismo sentido que este último, en forma más indirecta, ya que alude  a las charlas del bosque, que no son más que una metáfora que surge de la mezcla de los sonidos del viento y las aves.

Bosque charlatán, locuaz como silencio,

permite intuir entre marcados bullicios,

gritos cargados de forasteros juicios,

si propios, si externos, yo no diferencio.

Y, cuando vamos a los clásicos, tendríamos una enorme lista de poetas que apelan a estos pequeños seres para protagonizar sus poemas. En esta oportunidad, haremos una breve reseña de poetas rioplatenses, con estos poemas completos:

“Cinco últimos poemas para Cris”, de Julio Cortázar.

Ahora escribo pájaros.

No los veo venir, no los elijo,

de golpe están ahí, son esto,

una bandada de palabras

posándose

                     una

                               a

                                    una

en los alambres de la página,

chirriando, picoteando, lluvia de alas

y yo sin pan que darles, solamente

dejándolos venir. Tal vez

sea eso un árbol

o tal vez

el amor.

“Un pájaro me canta”, de Idea Vilariño.

Un pájaro me canta

y yo le canto

me gorjea al oído

y le gorjeo

me hiere y yo lo sangro

me destroza

lo quiebro

me deshace

lo rompo

me ayuda

lo levanto

lleno todo de paz

todo de guerra

todo de odio de amor

y desatado

gime su voz y gimo

río y ríe

y me mira y lo miro

me dice y yo le digo

y me ama y lo amo

-no se trata de amor

damos la vida-

y me pide y le pido

y me vence y le venzo

y me acaba y lo acabo.

“Yo no sé de pájaros…”, de Alejandra Pizarnik.

Yo no sé de pájaros,

no conozco la historia del fuego.

Pero creo que mi soledad debería tener alas.

“Himno a los pájaros”, de Alfonsina Storni.

Dios te guarde, pajarillo,

flor del bosque, plumas oro,

nadie mate tus pichones,

nadie toque tu tesoro.

La tormenta no te asuste

en las noches despiadadas,

que el viento no te castigue,

ni te maten las heladas.

Que el cazador no te encuentre

cuando te busca en la selva,

la sombra por defenderte,

en sus repliegues te envuelva.

Vuela siempre por los aires,

canta siempre entre las ramas,

picotea los jardines,

cuelga el nido en las retamas.

Dios te guarde, pajarillo,

flor del bosque, plumas de oro,

nadie mate tus pichones,

nadie toque tu tesoro.

“El nido”, de Juana de Ibarbourou.

Mi cama fue un roble

Y en sus ramas cantaban los pájaros

Mi cama fue un roble

Y mordió la tormenta sus gajos.

             Deslizo mis manos

Por sus claros maderos pulidos,

Y pienso que acaso toco el mismo tronco

Donde estuvo aferrado algún nido.

             Mi cama fue un roble.

Yo duermo en un árbol.

En un árbol amigo del agua,

Del sol y la brisa del cielo y el musgo,

De lagartos de ojuelos dorados

Y de las orugas, de un verde esmeralda.

             Yo duermo en un árbol.

¡Oh, amado!, en un árbol dormimos.

Acaso por eso me parece el lecho

Esta noche, blando y hondo cual nido.

 Y en ti me acurruco como una avecilla

Que busca el reparo de su compañero.

¡Que rezongue el viento, que gruña la lluvia!

Contigo en el nido, no sé lo que es miedo.

Y, para cerrar, no podía quedar afuera el clásico de los clásicos, quizás la poesía más conocida de todas las de habla hispana, del sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, la rima LIII:

Volverán las oscuras golondrinas

en tu balcón sus nidos a colgar,

y otra vez con el ala a sus cristales

jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban

tu hermosura y mi dicha a contemplar,

aquellas que aprendieron nuestros nombres,

ésas… ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas

de tu jardín las tapias a escalar

y otra vez a la tarde aún más hermosas

sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío

cuyas gotas mirábamos temblar

y caer como lágrimas del día…

ésas… ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos

las palabras ardientes a sonar,

tu corazón de su profundo sueño

tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,

como se adora a Dios ante su altar,

como yo te he querido…, desengáñate,

¡así no te querrán!

Nota: la imagen corresponde a la pintura clásica de aves del británico Jakob Bogdani. Espero volver a verte por aquí…

EL MAR

Sin dudas hay muchos, muchísimos poemas que nos pintan el mar, su entorno y todo lo que este espacio de la naturaleza.

En el poema XIII de “Soy el silencio” estoy abordando justamente los silenciosos sonidos del mar. Por su temática, este poema es altamente representativo del poemario: el mar, el sonido de las olas, el silencio a interpretar, una forma de comunicación.


Instrumentos de viento y percusión
ensamblan una música serena.
El mar canta acariciando la arena.
El mar escucha con suma atención.

Soy espectador de un ritmo cansino
que recala en mi alma al morir el día,
mis oídos toman la melodía
que sutil compone el canto marino.

Soy artista de emociones internas,
el mar compañero mi confidente,
sin exigencias, espera le cuente
penas precarias, tristezas eternas.

El silencio del mar nunca es callado,
saber escucharlo es todo un talento,
deslindando la armonía del viento
se adivina ese encubierto recado
.

Mas quizás tú recibas un mensaje
que sea el mismo que das al oyente.
No percibías que tú eres la fuente,
lo asignabas al dócil oleaje.

Al empaparse el sol ante tu vista
no le exijas al mar una sentencia,
y si él te escucha con suma elocuencia,
tan solo pretende darte una pista.

En la orilla tú verás la respuesta,
los veredictos en el horizonte,
allá mismo, do tu mente confronte
notoria la voz, velada la orquesta.

Y como muestra de lo que han escrito los grandes maestros, con el correr de los años, aquí van surtidos fragmentos de poemas dedicados al (a la) mar:

“Sonetos II”, de Octavio Paz (fragmento)

El mar, el mar y tú, plural espejo,
el mar de torso perezoso y lento
nadando por el mar, del mar sediento:
el mar que muere y nace en un reflejo.
El mar y tú, su mar, el mar espejo:
roca que escala el mar con paso lento,
pilar de sal que abate el mar sediento,
sed y vaivén y apenas un reflejo.

“El mar” de Idea Vilariño (fragmento)

Tan arduamente el mar,
tan arduamente,
el lento mar inmenso,
tan largamente en sí, cansadamente,
el hondo mar eterno.

Lento mar, hondo mar,
profundo mar inmenso…

“Ocaso”, de Manuel Machado (fragmento)

Era un suspiro lánguido y sonoro
la voz del mar aquella tarde… El día
no queriendo morir, con garras de oro
de los acantilados se prendía.

“Agua”, de Gabriela Mistral —

Hay países que yo recuerdo
como recuerdo mis infancias.

Son países de mar o río,
de pastales, de vegas y aguas.

“Nácar marino”, de Alfonsina Storni (fragmento)

Columnas de plata sostienen el cielo;
varas de jacinto se levantan del mar;
trepan a la bóveda
guirnaldas de flores de sal.

Escamas de sirenas de nácar
envuelven las serpientes
espejantes del mar.

“A Margarita Debayle”, de Rubén Darío (fragmento)

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

Nota: la imagen corresponde a “Cuadros en el mar”, de Vincent van Gogh.

Espero volver a verte por aquí.

A D I Ó S 2 0 2 1 , F E L I Z 2 0 2 2

Hola, llegamos a fin de año. Espero que el 2022 te traiga todo lo que has buscado en años anteriores y no pudiste concretar. Como regalo para año nuevo, te dejo cinco poemas completos de mi libro “Soy el silencio”, los que de alguna forma u otra ya fueron, total o parcialmente, compartidos en este blog.

I

Soy ese silencio que habita en nosotros,

que aspira en su espera poder expresar

tantas cosas muy simples a amigos y otros

que entiendan mi voz que es tan solo mirar.

En este desierto de piedra y cemento

mi triste alegría quisiera encontrar,

en la loca y ardiente fuerza del viento

mi alegre tristeza dejar escapar.

Yo soy el silencio que busca en la vida,

sin saber de ella lo que habré de buscar,

pues me desangro por cargar una herida

que aplaca mis fuerzas en este luchar.

Mis ojos expresan sentir tan profundo,

al que alguien que busco sabrá interpretar,

si, en sus giros, mi corazón vagabundo

no cierra sus puertas al ansia de amar.

III

Buscar no siempre es lo fácil que parece,

tantas veces uno busca sin mirar,

o sólo ve lo evidente cuando crece

negando a la vista la opción de girar.

Y en la mente sólo cabe lo buscado

sin dejarle ni un lugar a lo demás,

que si uno no encuentra el sueño acariciado

desvaloriza lo que halla más y más.

Buscar es como vivir de la esperanza,

es beberse toda la fe hasta el hartazgo,

no desesperar con temprana tardanza,

enloquecer de alegría en cada hallazgo.

Y comenzar, otra vez, tras otra pista,

apartando un momento el logro flamante,

poniendo el oído, el olfato y la vista

a un novel fin del buscador caminante.

Buscar, para el hombre, siempre es aliciente,

quien no busca, no vive en realidad,

pero esa búsqueda queda en incipiente

si lo hallado no trae felicidad.

Buscar acaso sea la vida misma,

o tal vez un escapismo un tanto loco,

mas la razón que al buscar le da el carisma

es encontrar, que es también morir un poco.

XVIII

¡Ay! consciencia, que a gritos alientas

a seguir con el paso prolijo,

tras el rumbo por otros ya fijo,

no me atrevo a decirte: ¡No mientas!

Si me abrigo al amparo mezquino

que me ofreces, obviando mi ser,

la pasión no podré conocer

y seré de mi honor asesino.

Inquilino de otras voluntades,

mi cerebro se exila aguardando

una brecha, para ir derribando

ese muro, que aborta verdades.

Inconsciencia: ¿De dónde surgiste?

¿Cómo fue que tocaste a mi puerta?

Al entrar pisoteaste mi huerta

y una gris desazón esculpiste.

Disfrazada de amiga, tu mano

me propuso un escape celeste,

y al dejar el real mundo agreste

se olvidaron mis penas de plano.

Hoy aquí, descubriendo el chantaje,

no es tan tarde para una promesa:

despejar la maraña que apresa,

aunque deba empeñar mi coraje.

LXVIII

Mi morada está oscura, vacía y tan fría,

no se escucha una risa ni se huele una flor,

pero es mi morada tan querida, tan mía,

que sólo mis ojos le dibujan color.

Más allá de las sombras, atrás de los hielos,

descubro rincones escuchando una voz,

de la penumbra, que no conoce de cielos,

acostumbro el miedo, nunca frágil ni atroz.

Mi morada es la dicha de un ser desdichado,

el paciente refugio que aguarda por mí,

en cada reencuentro que busco angustiado

yo recobro la paz que al dejarla perdí.

Saludando los huecos retorno al silencio,

al mudar mis ropas voy abriendo la mente,

desnudándome aquí, mi pesar diligencio,

recobrando fuerzas volveré plenamente.

Transitando despierto mis sueños en pugna

voy llevando la vida, inyectándole fe,

obviando la muerte, que el destino no impugna,

andando adelante, resistiendo de pie.

Mi morada es templo, donde pío doy culto

a un modo de vida que no quiero alterar,

en mi mezcla consciente de niño y de adulto

descubrir cosas nuevas, sabiendo esperar.

Mas, ¡Qué soberbio sol puedo hallar en lo oscuro!

¡Cuánto calor aflora en la noche de invierno!

¡Es tan plácido lecho este suelo tan duro!

¡Es digno palacio, aunque parezca el infierno!

Y tan solo en mi mente resuenan erguidos

espacios y tiempos, rescatando mensajes

a ojos de otros grises, empolvados, dormidos,

mas razón de volver toda vez de mis viajes.

LXXVII

Terca lluvia y tenaz, persistente,

que me mojas los huesos, la mente,

vistiéndolo todo más sombrío.

Un creciente placer me gobierna

al contemplarla impávida, eterna,

trasluciendo cualquier desvarío.

Se disfrazan de gris los colores,

la humedad, que agranda mis dolores,

a mi espíritu mata de frío.

Caminar bajo el cielo techado,

recorriendo el asfalto lavado,

desenfoca mi libre albedrío.

Mas no encuentro placer más glorioso,

tras un vidrio mirando, dichoso,

ver llover no conoce de hastío.

Y como noticia de fin de año, espero que este 2022 que se inicia nos traiga la publicación de mi segundo poemario: “Plegarias en penumbra”.

¡Feliz 2022!

Espero volver verte por aquí…